domingo, 13 de febrero de 2011

Cama sin huellas.




Yo… Eso que fui y nunca quise ser, pero que lo permití.
Una consejera a dudas, alguien con quién intentaba respirar
pero nunca fue suficiente el oxígeno que le daban mis palabras.

Vaya manera de pensar…

Algo más, pero siempre algo menos.
Alguien que gritaba en susurros de letras,
alguien que nunca pretendió quitarle la vida a otra,
pero que sentía que otra, era la mía.

Esa que perdió lentamente el interés,
ya que cada vez eran más las historias tan reales
que tantos dedos narraban a mis ojos.

Escasearon las ocasiones en las que mis oídos
tuvieron el honor de escuchar aquella voz que
me destruía de a migajas,
la que en un segundo me hacía viajar,
la que me devolvía sin avisar.

La que me hacía feliz, entristeciéndome a la par.
La que luego de decirme un sin fin de sentimientos,
mostraba que no eran nada ciertos.

Esa que me hizo sentir que ya nada valía la pena,
que me hacía avergonzar cuando caía en cuenta...
Esa *cosa* que me abrazaba con frases de aliento,
mientras luego me lo arrancaba con desprecio.

Esa, que me dijo ‘ve’, cuando yo decía ‘me quedo’.
La que me decía ‘quédate’ cuando quería correr.
Esa que me confundió más de una vez... 

La que por las noches me hacía pensar en un mañana,
la que por segundos me decía que el presente
era lo único que ahora importaba.

Esa que me quitaba el sueño con un solo pensamiento,
Esa que me regalaba sacos de insomnio e impedía la devolución.
Esa que creaba una revolución en mi estómago cuando se le antojaba.
Esa que dejó más de una incógnita en su casa,
que le gustaba esperar para luego aclarar.
Esa que era clara, y luego oscura.
Esa que al imaginársela daban ganas de matar.

Mente... triste mentalidad que me desgarra los
sentimientos del pecho para darle cabida al entendimiento.

Son dos mundos en un solo pensar, dos cosas,
personas que chocan constantemente.
Una mente que me enamora, una persona perforadora de miradas.
Alguien que quiero y no existe, una cama sin huellas y
muchos sueños sin titulares.

Razones para crearte y para tenerte hay sobrantes...
Pero es que la razón mató las esperanzas al
ser yo tu único pañuelo de lágrimas.

Yo con la mente, la mente conmigo, tú con ella, y los dos conmigo.




Michelle Sherezzadez.